El baloncesto en Covirán Granada vive días de respiración entrecortada, al borde de una taquicardia. No es la primera vez que nuestro equipo se asoma al abismo, pero este diciembre de 2025 con las lesiones y la agitación del mercado esta cambiando al equipo.
Esta temporada diseñada para la consolidación de los nazaries se ha transformado en una carrera de obstaculos. Una victoria contra ocho derrotas, es el reflejo de un equipo que, pese a tener alma, ha visto como su rompía pieza a pieza antes y después de la derrota ante Casademont Zaragoza.
La enfermería ha sido el detonante de esta revolución forzos. Las bajas de larga duración de Valtonen y Kljajic han obligado al club a moverse rapidamente, trayendo a William Howard y Amida Brimah. Son apuestas necesarias, pero incognitas que requeriran un tiempo de adaptación que la competición no regala, recordemos las palabras de Ramón Diáz
«ACB es una trituradora de jugadores y entrenadores»
La llegada de Amida, no se entendió el jueves pasado por parte de la afición, hoy pensamos que es por la salida de Zach Hankins pero la realidad es que ya era conocida por parte del club la salida de Ivan Aurrecoechea que ha abandonado la disciplina rojinegra después de varias semanas donde desde el entorno de Iván ya se conocía el descontento, una salida dolorosa por lo que representa su entrega, pero necesaria para liberar fichas.

Y justo anoche llego la noticia bomba a las oficinas de la Av. Salvador Allende, una noticia que lo cambia todo y que hoy adelantaba Chema de Lucas en su perfil de X: Zach Hankins pone rumbo a Maccabi Tel Aviv.
Aunque perdiendo a nuestro pívot titular es un golpe, tenemos que leer la letra pequeña: su salida libera una ficha bastante alta y que hasta hace dos partidos no ha sido ni mucho menos lo mejor del equipo, y tampoco que en estos dos partidos haya sido una locura y habrá que ver también la parte de la cláusula que tendrá que pagar Maccabi al equipo de la ciudad de la Alhambra por llevarse al jugador.
Este dinero permite dar oxigeno a la dirección deportiva, con Eloy Almazán al mando, que trabaja contrarreloj en el mercado para fichar a un escolta anotador y a un nuevo interior, buscando esta vez aciertos y no más apuestas.
Con este panorama de incertidumbre y reconstrucción exprés, el equipo viaja a Andorra para enfrentarse a un Morabanc. Será una final anímica, un escenario históricamente complicado donde el Covirán Granada deberá apretar los dientes, cerrando el rebote y esperar que las nuevas pizas sume más de lo que resten. El invierno en la ACB será largo y frio, pero con la resilencia que caracteriza a este club, la esperanza de la permanencia sigue intacta. Toca remar, confiar en el criterio de Ramón y esperar que los melones salgan buenos y Eloy acierte.