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Fenerbahçe impone su ley en Belgrado y castiga las carencias del Partizan (87–99)

Foto: Partizan BC

La Belgrade Arena se preparaba para una noche grande, pero el vigente campeón de Europa tenía otros planes. Fenerbahçe llegó a Belgrado con un plan clarísimo, una ejecución impecable y una autoridad digna del equipo que levantó el título la pasada temporada. El resultado fue una derrota dura —y muy reveladora— para un Partizan que sigue sin encontrar estabilidad.

El partido comenzó con un vendaval turco. Fenerbahçe salió enchufadísimo, agresivo, preciso y castigando sin piedad cada mala defensa serbia. En apenas unos minutos, el marcador ya mostraba un demoledor 6–24, reflejo de la superioridad visitante. Partizan, obligado por las circunstancias y por la grada, consiguió entrar poco a poco en ritmo ofensivo, pero nunca pudo frenar del todo la avalancha inicial. Al descanso, el dominio era total: 39–56.

La reacción llegó tras el paso por vestuarios. Empujados por el ambiente y por el talento ofensivo de Sterling Brown, el Partizan mostró por fin una versión reconocible: Washington, Milton y el incombustible Tyrique Jones sumaron en ataque y lograron cerrar su aro, dejando a Fenerbahçe en solo 19 puntos en el tercer cuarto. La remontada parecía posible cuando la diferencia se redujo a solo cinco puntos, pero los turcos respondieron como lo hacen los equipos campeones: sin precipitarse y sin perder su identidad.

En el último cuarto, Partizan volvió a acercarse, esta vez a seis puntos, pero ahí apareció la calidad que diferencia a un aspirante de un equipo consolidado. Nikola Melli clavó dos triples consecutivos que devolvieron la ventaja a dobles dígitos y cortaron de raíz cualquier esperanza de los de Obradović. Desde ahí, Fenerbahçe gestionó el final con madurez, reboteando mejor, circulando el balón con criterio y castigando cada error rival desde el perímetro. El 87–99 final reflejó exactamente lo que se vio: un equipo más compacto, más trabajado y con mayor talento frente a otro que juega a impulsos.

La rueda de prensa posterior fue elocuente. Obradović, sin esconder su enfado, reconoció la superioridad rival:
“Quiero felicitar al Fenerbahçe porque esta noche jugaron un baloncesto extraordinario, al
nivel al que jugaron el año pasado en la Final Four, lo que les dio el título de campeones de
la Euroliga”.

Partizan lo intentó, tuvo momentos de orgullo, pero la realidad es que los blanquinegros siguen lejos de lo que deben ser. Y cuando se cruza al campeón jugando a este nivel, las carencias quedan aún más expuestas.

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