Las ligas son productos que viven de su credibilidad. Mimar los datos garantiza una competición justa y es una valiosa fuente a explotar frente a patrocinadores, aficionados y medios.
En un baloncesto cada vez más global, los datos se han convertido en una herramienta indispensable para evaluar y proyectar el rendimiento de los jugadores. Sin embargo, la falta de una gestión meticulosa de los datos en muchas ligas afecta tanto a los jugadores como al desarrollo del juego. Este problema es especialmente evidente en España, donde la Primera FEB (nueva denominación de la antigua LEB Oro) y la Segunda FEB, ambas ligas trampolín para talentos nacionales y extranjeros, enfrentan el reto de garantizar que sus estadísticas reflejen fielmente lo que ocurre en la cancha.
España, con la ACB y la Primera FEB, cuenta con ligas de referencia para el talento que aterriza en Europa o para los jóvenes que buscan hacerse un hueco en la élite. Por eso, es especialmente preocupante el descontento entre jugadores, agentes y clubes al revisar estadísticas donde el rigor del dato deja mucho que desear. Este fin de semana, durante el partido inaugural de la Primera FEB entre Amics Castelló y Alimerka Oviedo, se evidenció este problema. Las estadísticas oficiales quitaron un triple a Mikel Sanz, jugador de Oviedo, quien acabó el encuentro con un 3 de 7 en triples cuando en realidad anotó 4 de 7.
Lo que a primera vista puede parecer un detalle menor, una simple acción en el juego, tiene consecuencias más profundas.
En un partido de 40 minutos, donde se registran fácilmente más de 200 eventos —incluyendo rebotes, asistencias, robos, pérdidas y tiros— un solo error como este puede distorsionar la percepción del rendimiento de un jugador. Al registrar tres puntos menos, la anotación y la eficiencia de Sanz en tiros de tres puntos se ve afectada, pasando de un 57% (4 de 7) a un 43% (3 de 7). Además, su volumen de tiro queda subestimado, lo que influye directamente en cómo se valora su impacto ofensivo en el equipo. Este tipo de error lo hace parecer menos efectivo y productivo de lo que realmente es, afectando su valoración y, en última instancia, su proyección de carrera.
Los datos inexactos no frenan directamente la progresión de un jugador, pero sí alteran la valoración de su rendimiento y limitan su potencial. Estos errores, que parecen menores, afectan las decisiones contractuales y tácticas. A esto se suma la persistente falta de criterios claros en la recogida de eventos del juego, especialmente en aspectos como las asistencias. Las asistencias son fundamentales en el baloncesto, ya que representan la esencia del juego: generar ventajas a través de las estructuras ofensivas o el talento de los jugadores, con el premio final de la canasta.
Sin un registro preciso de estos eventos, se pierde una parte crucial del análisis del rendimiento y de los perfiles de los jugadores que los protagonizan.
LA IMPORTANCIA DE CUIDAR LOS DATOS. PALABRA DE UN EXPERTO
Hablo con Óscar Garrido Ledo, consultor global en Data Analytics para baloncesto, con experiencia en competiciones como la G-League, la Primera FEB y las ligas de México, Suecia, Venezuela y Polonia, entre otras. Garrido señala: «Se puede fallar, nadie es infalible. Es comprensible que se cometan errores, como cuando a un jugador se le quita un triple por un simple fallo humano. Sin embargo, lo que realmente marca la diferencia es cómo una competición gestiona y prioriza los datos. Se nota mucho cuándo los datos son importantes para una liga y cuándo no lo son.»
Garrido añade que la solución puede ser tan simple como sumar personal a la recogida de datos y mejorar el proceso de inclusión de estos. «También es esencial establecer un seguimiento cerrado y una auditoría de los criterios utilizados. Definir correctamente qué cuenta como asistencia, por ejemplo, es fundamental. Las asistencias permiten proyectar el rendimiento de los manejadores, una posición clave en el juego actual. Sin consenso y precisión, las estadísticas pierden su valor y, con ello, la capacidad de las ligas para potenciar el talento que cada noche compite bajo su marca.»
Con más de siete temporadas trabajando con equipos y ligas de todo el mundo, Garrido ha visto cómo los datos transforman organizaciones. «Al llegar a un club que nunca ha trabajado con datos, es como entrar en una habitación a oscuras con una linterna. Los datos iluminan el camino, revelando oportunidades y desafíos antes invisibles. Esta nueva claridad cambia la manera de entender el juego y de tomar decisiones, desde la estrategia, pasando por la construcción, hasta el desarrollo de los jugadores.»
LA OBLIGACIÓN DE LAS LIGAS DE DESARROLLAR EL DATO
Las ligas tienen la responsabilidad de potenciar el talento y construir valor, no solo para jugadores
y clubes, sino también para patrocinadores, medios y aficionados. La NBA fue pionera en
entender esto, poniéndose en manos del Big Data Analytics no solo para la comprensión táctica
del juego, sino también en áreas menos evidentes como el marketing. Cansados de una publicidad carente de valor y en busca de un contacto más cercano con los fans, la NBA apostó por fortalecer sus relaciones mediante la publicación de contenido de valor procedente de los datos, generando un vínculo más auténtico con los amantes del buen baloncesto.
«La gestión adecuada de datos permite construir una narrativa rica y atractiva. Ligas como las de
Alemania en sus tres divisiones, especialmente la BBL, lo han comprendido, invirtiendo en la calidad del dato como estrategia para mejorar el juego y proyectar a sus jugadores internacionalmente,» sostiene Garrido. «Cuando los datos se valoran y cuidan, la toma de decisiones en fichajes, rendimiento y estrategias mejora considerablemente, y no solo en la cancha. El buen uso de los datos puede ampliar horizontes en otras áreas clave como el marketing, permitiendo un acercamiento más genuino y efectivo con los aficionados.»
La importancia de los datos radica en que están libres de sesgos y emociones, proporcionando una base objetiva para el análisis del rendimiento y la construcción de equipos. Los datos permiten a los jugadores romper barreras que, a menudo, se construyen sobre sesgos de observación y opiniones preconcebidas. «Los datos son la base sobre la que los entrenadores, clubes o agencias construyen planes de mejora personalizados y desarrollan esquemas tácticos más eficientes,» apunta Garrido.
Los datos siguen creciendo en importancia, acelerando procesos y convirtiéndose en herramientas valiosas para construir equipos competitivos y efectivos, incluso lejos de la NBA. Esta realidad ya está aquí. La cuestión no es si los datos son importantes; eso es incuestionable. La clave está en cómo se utilizan para enriquecer el baloncesto, apuntalar la estrategia y generar ventajas competitivas, entre otros aspectos. «Sin estadísticas fiables, un jugador de ligas de desarrollo como la Primera FEB se vuelve invisible en el mercado internacional. Las ligas deben ser el escaparate que potencie el talento que late en ellas,» concluye Garrido.
Cuidar los datos no es solo cuestión de cifras; es cuestión de darle al baloncesto el respeto y la proyección que se merece. La Federación tiene en sus manos la oportunidad de evolucionar y convertirse en un referente, pero para ello, debe comenzar por lo más fundamental: mimar sus datos. El talento de sus jugadores y el futuro del baloncesto español, en gran medida dependen de ello.
by Roberto Granero