Urgido de una victoria que calmara los ánimos tras un arranque irregular en Euroliga, el Baskonia recibía en el Buesa Arena a un Partizan que llegaba herido después de caer ante el Real Madrid. El ambiente era de necesidad,de esos partidos que se juegan con más nervio que confianza.

El inicio, sin embargo, fue serbio. Tres triples casi consecutivos —dos de Marinkovic y uno de Sterling Brown— encendieron las alarmas en el banquillo de Galbiati. Baskonia, dubitativo en ataque y sin control en el rebote, tardó en asentarse, aunque poco a poco Diallo y Cabarrot empezaron a tirar del carro.En ausencia de Forrest y Howard, ambos lesionados, se convirtieron en los principales referentes ofensivos del conjunto vasco.

Las dudas defensivas de Partizan permitieron a los locales mantenerse en partido, pero Obradovic, consciente del peligro, detuvo el encuentro en dos ocasiones para reorganizar a los suyos. Y surtió efecto. Cuando más le costaba anotar a los serbios, apareció un Dylan Osetkowski decisivo desde el perímetro con dos triples seguidos que castigaron los errores defensivos deBaskonia.A partir de ahí, Partizan empezó a sentirse más cómodo, especialmente con un Duane Washington cada vez más suelto, enlazando varias buenas acciones ofensivas y generando desde el bote. Su energía contagió al resto del equipo, que dominó el rebote y marcó el ritmo del partido. Baskonia lo intentaba, pero la falta de control en su rebote defensivo y la fragilidad en las ayudas les condenaron a ir a remolque.El conjunto serbio cerró la primera mitad con un marcador favorable de 40-48,proyectando un ritmo anotador cercano a los 100 puntos.

La segunda parte empezó con la misma dinámica. Partizan se mostraba cómodo en ataque, encontrando tiros abiertos que convertía con facilidad y con el mejor director de orquesta posible: Carlick Jones, controlando a la perfección los tempos, asistiendo a sus compañeros y castigando con sus geniales penetraciones. Con la máxima diferencia en el marcador (+16), el Baskonia se vio obligado a elevar sus líneas defensivas, mucho más agresivo y controlando el rebote ante un Partizan que, por momentos, parecía relajarse.

La reacción vitoriana era una realidad. Las dudas y los balones perdidos sea dueñaban de los serbios, incapaces de frenar el vendaval local que acabaría ganando el tercer cuarto 24-18. El Buesa rugía, creyendo en la remontada.El último cuarto mantuvo esa misma dinámica, con un Baskonia envalentonado y un Partizan que empezaba a sufrir. Las buenas acciones de Diallo, Cabarrot y Samanic desgastaban a los serbios, que se mostraban sin ideas claras en ataque y demasiado dependientes de Carlick Jones y Jabari Parker.

Los minutos se eternizaban y las diferencias en el marcador eran mínimas. Cada detalle se volvía decisivo ante los nervios visibles en ambosequipos.Y fue ahí donde Partizan sacó su oficio. La templanza de Carlick Jones (18puntos y 10 asistencias) marcó la diferencia en los instantes finales, bien acompañado por un Duane Washington decisivo, que firmó 5 puntos consecutivos con dos acciones que destrozaron las esperanzas azulgranas.79-91 para los de Obradovic, que se llevaron una victoria valiosa y necesaria en una de las canchas más complicadas de Europa. Baskonia, por su parte,sigue sin encontrar la regularidad ni el equilibrio entre ataque y defensa, y la Euroliga no espera.