Lucrecio, en De Rerum Natura, un siglo antes de nuestra era, ya dejó descritas las reacciones humanas ante el miedo a la epidemia de la peste, nada nuevo vivimos hoy. Somos los mismos pero con un Smartphone en las manos.
El mayor enemigo del ser humano en todos los aspectos de la vida es el MIEDO.
Tenemos el miedo al fracaso, a enfermar, a que nos abandone nuestra pareja o a algo tan simple como a no ser suficientemente buenos para la sociedad, familia, equipo o amigos.
Ello de define muy bien en esta frase de la que ya he echado mano en alguna otra ocasión, que es la de tener “miedo al miedo”, que nos lleva a una situación de parálisis y de bloqueo mental, la cual no nos deja claridad a la hora de pensar y de tomar decisiones, convirtiendo la “no decisión” en una decisión e sí misma.
Nada ha cambiado en nosotros a lo largo de los siglos, el miedo es común a este Homo Sapiens que ha avanzado tecnológicamente pero mentalmente tiene sus mismas obsesiones desde que aprendió a dominar el fuego.
La diferencia principal radica en cómo se afronta y gestiona ese sentimiento, y cada uno lo hace a su manera (mirar para otro lado, venirse abajo o mirarlo cara a cara a los ojos y seguir para adelante)
Con el tiempo y con mi propia experiencia (experimentar vosotras la vuestra), hay una pequeña clave y ésta es la ACEPTACIÓN.
Sé que no está bien visto el conformismo en la sociedad actual y realmente la revolución y revolverse es en teoría lo correcto, pero la aceptación no es conformarse con lo que se tiene, es otra cosa.
La verdadera revolución es mirarse a uno mismo, y querer ser lo más realista posible, con toda la dureza y crudeza que ello supone y aceptarse tal cual.
Para un deportista, saber exactamente dónde está es básico para mejorar, aceptar sus errores y no autocastigarse, usar los errores para superarse día a día y practicar la suficiente humildad y serenidad de extraerse de los elogios y palmaditas en la espalda.
Al final las respuestas a las propias dudas salen de dentro de uno mismo, no te las dará nadie, básicamente por que nadie está dentro de tu cabeza excepto tú .
Es una manera de tener un equilibrio y autoestima, tan malo es no tenerla como tener un ego y una autoestima desmesurada.
Más que autoestima le llamaría RESPETO POR UNO MISMO.