Pese a que el Partizan ya había dicho adiós a sus opciones de playoff, el partido contra el Real Madrid se presentaba con un alto voltaje emocional. Uno de los duelos con más morbo de esta Euroliga, marcado por los recuerdos de aquel cruce hace dos temporadas. El ambiente lo dejó claro desde el salto inicial: cada vez que Sergio Llull tocaba el balón, el Belgrado Arena rugía con fuerza. No iba a ser una noche fácil para el Madrid.

Sin embargo, los blancos arrancaron concentrados. Con Tavares e Ibaka imponiendo su físico ante un Brandon Davies que respondía en ataque, el Madrid encontró ventajas. Con Tyrique Jones lesionado, entró en acción Koprivica, único superviviente del curso pasado, y lo hizo con un espectacular mate. El primer cuarto acabó con un ajustado 24-22.

En el segundo, el Madrid subió una marcha más en defensa gracias a las intervenciones de Feliz y Garuba, que rompieron el ritmo del Partizan. Sterling Brown sostenía a los locales en ataque, mientras que Koprivica y Pokusevski brillaban en el rebote, incomodando a los blancos con su envergadura. Ntilikina aportaba defensa. El partido era un vaivén constante. Musa estaba desatado para el Madrid, pero Bonga respondía manteniendo a flote al Partizan: 46-48 al descanso.

Tras el paso por vestuarios, los de Obradovic se soltaron. Brown, Davies y Carlik Jones empezaron a fluir, y un triple de Pokusevski disparaba la ventaja serbia. Aunque Hezonja respondía, Davies lo volvía a hacer desde el triple, llevando el delirio a las gradas. Un parcial de 28-17 ponía el 74-65 para Partizan.

Pero el último cuarto fue otra historia. Pérdidas de balón, decisiones precipitadas de Ntilikina y un Madrid más fino liderado por Llull y Campazzo igualaron las cosas. Triples de Hezonja, un 2+1 del base argentino y una gran recuperación devolvieron la tensión al marcador. La ventaja serbia se esfumó y llegaron los nervios.

Fue entonces cuando Carlik Jones asumió la responsabilidad, como toda la temporada. Pero dos errores, provocados por la asfixiante defensa de Campazzo, condenaron al Partizan. Llull, con una gran penetración, colocó al Madrid dos arriba. Carlik empató a falta de dos segundos, pero aún quedaba una última jugada.

La defensa del Partizan, centrada en cubrir la línea de tres, descuidó a Tavares. El caboverdiano ganó la posición a Koprivica y, con un semigancho sobre la bocina, dio al Madrid una victoria épica. El silencio en el Arena contrastaba con la euforia blanca. Chus Mateo ya lo dijo a mediados de temporada: ‘Este es el Madrid de Edy Tavares.’