En la Indiana rural de los años cincuenta, Norman Dale, un entrenador de baloncesto que ha perdido el prestigio que tuvo en otro tiempo, llega al pequeño pueblo de Hickory para hacerse cargo del equipo de la escuela. Dale no contará inicialmente con la estrella local, el introvertido Jimmy Chitwood, que ha decidido dejar de jugar, ni con el apoyo de los seguidores, que desconfían de la obstinada personalidad y los particulares métodos del entrenador.

Este es el punto de partida de Hoosiers, inspirada en una historia real sucedida en 1954, cuando el equipo de high school de Milán, una localidad de poco más de mil habitantes, ganó de forma heroica el Campeonato estatal de Indiana.

Habrá quien diga que Hoosiers tiene defectos, y probablemente tendrá razón. La trama utiliza algunos de los tópicos y estereotipos más recurrentes en las películas deportivas; algunos diálogos y soluciones argumentales están presentados con demasiada obviedad, utilizando negrita y subrayado cuando hubiese sido mejor sugerir o mostrar con algo más de sutileza; algunas escenas de juego, pese a un eficaz uso de la cámara lenta, contienen errores de continuidad y carecen de la suficiente fuerza dramática; y la historia de amor entre el protagonista y la profesora puede resultar a ratos un poco forzada.

Dicen, sin embargo, que el amor es ciego y que, cuando uno está enamorado, es incapaz de percibir los defectos del otro, y lo cierto es que fue viendo esta película que yo me enamoré definitivamente del basket. Puesto que el idilio aún perdura (un idilio nunca correspondido, el baloncesto nunca se enamoró de mí), sigo sin considerar muy importantes todos esos defectos, me parecen mucho más interesantes las virtudes que tiene el film, que para mí son bastantes:

1. Un protagonista como Dios manda. Norman Dale, gran personaje, es un hombre solitario e individualista, tozudo y temperamental, de principios firmes, que pese a haber fracasado en el pasado sigue creyendo en sí mismo y busca una segunda oportunidad. La gran actuación de Gene Hackman, por supuesto, ayuda.

2. Un tema de fondo muy claro, que se repite a lo largo de toda la película: la idea de las segundas oportunidades, la posibilidad de redimirse de los errores pasados. Esa idea se encuentra encarnada no sólo en el personaje principal, Norman Dale, sino también en la Srta. Fleener, la puntillosa profesora que vive sola; en los dos chicos que el coach expulsa de su primer entrenamiento, que luego regresan arrepentidos; y, sobretodo, en Shooter, el borracho fracasado (glorioso Dennis Hopper) a quién sólo Dale se atreve a dar una segunda oportunidad, la misma que él persigue para sí.

3. Una admirable fotografía. Desde los primeros planos de la película, que muestran el elegante coche de Dale atravesando la Indiana más rural en dirección a Hickory, quedamos atrapados por ese paisaje otoñal y deseamos mudarnos a los años cincuenta y vivir entre esos campos de trigo.

4. Algunas escenas magníficas, como la de la presentación oficial del equipo al inicio de temporada (“Este es vuestro equipo”), cuando Jimmy Chitwood anuncia su vuelta al equipo, “sólo si el entrenador se queda”, o cuando coach Dale hace tomar a sus jugadores las medidas de la enorme cancha de Indianapolis donde jugarán la final, demostrando que son exactamente las mismas que las de su pequeño gimnasio de Hickory y dándoles a entender que no deben dejarse impresionar.

5. Una increíble banda sonora, obra del maestro Jerry Goldsmith. Es en gran parte gracias al poder de la música del film, que combina clásicos elementos sinfónicos con ochenteros sintetizadores electrónicos, que durante la película sentimos intensamente el ritmo y la emoción del juego, la melancolía que encierran tanto el paisaje como los personajes o la épica de la historia.

6. Y lo más importante: una verdadera pasión por la esencia y el espíritu del basket. Reconocemos ese espíritu en los pabellones de paredes de ladrillo y parquets de madera oscura donde juega Hickory, en la admiración casi mística que suscita el solitario y callado Jimmy Chitwood, o en los básicos principios que Norman Dale vocea desde el primer día a los chicos: “Los cinco jugadores deben funcionar como uno solo. Ningún jugador es más importante que el otro. Equipo, equipo, equipo”.

No sé si todas estas cosas hacen de Hoosiers la mejor película sobre baloncesto jamás filmada, pero de una cosa sí estoy seguro: el inventor de todo esto, el Dr. Naismith, estaría orgulloso.

Hoosiers, Pelotas & Palomitas, película de baloncesto

Disponible en: Filmin (suscripción), AppleTV (alquiler) y Prime Video (alquiler).