Visto ya el inicio de la Olimpiada de París’24 y la pasada temporada de ACB, NBA y Euroliga podemos iniciar un debate de hacia dónde va el baloncesto.

Como decía el gran Manel Comas, “el baloncesto es un juego de altos”, lo que quizás se tendría que añadir ya es “son altos o muy altos, pero se mueven como si tuvieran 1’80”.

Es fácil ver a pivots de 2’15 sacar el balón botando, tirando triples o jugando un 1×1 abiertos como un alero, o a bases y aleros reboteando y encarando el aro contra defensores enormes de 2’12.

El cambio físico producido en el actual jugador no es ya técnico, si no por la rapidez y fuerza de ejecución, la toma de decisiones es muy rápida y con una explosividad que ya nos recuerda a cualquier jugador NBA.

El juego rápido en el movimiento de balón, bloqueos directos y rango de tiro lejano definen al juego de hoy.

Anotación con puntos fáciles en transición sin la defensa montada, triiples y sacar faltas al contrario para lograr tiros libres.

La defensa ya no es tanto de contacto como antaño, se defienden posiciones y se va al tapón y cambiar tiros, de ahí la gran variedad de finalizaciones que han surgido en los últimos tiempos, inverosímiles e irreverentes en los 80s o 90s.

 Que el juego quizás sea menos técnico y táctico que lo que los más veteranos recordamos de los años 70-80-90? Sí, pero el espectáculo atlético de un buen partido no tiene igual.

Este verano nos enamoremos quizás de jugadores no tan conocidos para el gran público a nivel internacional que verdaderos cracks en su manera de jugar.

Sí, nos he nos volveremos a enamorar del baloncesto, un baloncesto quizás nuevo y sobre todo fresco y muy poco previsible.

Sólo espero que la gente y sobre todo los más jóvenes no sólo se fijen en los espectaculares mates de LeBron James o esos tiros acrobáticos de medio pista de Curry; fijaos en jugadores como los australianos Giddey, Daniels o Mills incluso Landale al poste , son un auténtico Clínic de baloncesto moderno.