Las Olimpiadas de París 2024 han acabado y una vez más los resultados de cada país son el reflejo de cómo está el deporte de cada uno.

Barcelona’ 92 suposo un punto de inflexión en la inversión y trabajo de nuestros deportistas creando planes como el ADO, becas para que deportistas pudieran dedicarse en cuerpo y alma a entrenar de cara a las competiciones sin tener que preocuparse por su situación económica ni social, y en nuestra olimpiada se dio en resultados ese salto de calidad.

Las sociedades cambian y hoy en día es complicado buscar ese talento joven, entrenarlo y sobre todo conseguir resultados que puedan devenir en medallas, espejos para la gente joven y motivación para realizar deporte de competición.

Hoy en día, los gimnasios están llenos, vemos las calles llenas de gente corriendo o las nuevas modas como el Crossfit o la calistenia, más que laboratorios de salud, lugares de estética para lucir cuerpo, abdominales, glúteos geniales u hombros y biceps de verdadero Adonis.

El deportista de competición es mucho más que biceps y abdominales, no es su objetivo, su cuerpo es una consecuencia de su entrenamiento y sacrificio, a la hora de competir no sólo cuenta cuánto peso levantas si no lo fuerte que eres mentalmente para superar los malos momentos y gestionar los buenos sin que se te vaya la olla.

He oído comentarios que no tenemos muchas medallas pero somos campeones en trasplantes, quizás con un cuerpo sano y deportivo, los trasplantes se podrían evitar…

Invertir en deporte no es ni mucho menos un capricho, es invertir en evitar ir al médico, vivir más años y ante todo ¡con mayor calidad de vida!!!

¿Afectan los éxitos deportivos política, social y mediáticamente?

Sí rotundo.