
La carrera de Miloš Teodosić es simplemente alucinante. Cuando echas la vista atrás y te das cuenta no solo de lo que ha conseguido, sino de cómo lo ha conseguido y durante cuánto tiempo, entiendes la dimensión real de su figura para el baloncesto continental. Estamos hablando de un genio, alguien que hacía cosas que nunca antes habíamos visto sobre una cancha. Jugadas imposibles, pases irrepetibles, decisiones que solo él podía entender. Su talento era puro arte.
¿Cuántas veces nos llevamos las manos a la cabeza viendo una de sus locuras? Su genialidad generaba, incluso, controversia: ¿Pero qué hace? Su imaginación, su lectura del juego y su capacidad para visualizar lo que estaba por suceder resultaban, muchas veces, incomprendidas. Pero era precisamente ahí donde residía su grandeza: en hacer lo inverosímil, posible.
Miloš ha sido un espectáculo por sí mismo. Bastaba con saber que iba a jugar para que mereciera la pena sentarse a observar y disfrutar. Su carrera, que ha durado 21 años, ha tenido distintas fases, pero en cada una de ellas ha sabido reinventarse y seguir regalándonos algo único.
Muchos señalan —él mismo lo reconoce— que uno de los momentos clave de su trayectoria llegó en las semifinales del EuroBasket 2009 frente a Eslovenia. En ese partido, el astro serbio firmó 32 puntos en una exhibición que ya forma parte de los libros de historia del baloncesto europeo. En aquella época estaba bajo la dirección del gran Dušan Ivković, quien supo darle la libertad que necesitaba. A partir de entonces, sus minutos en pista se multiplicaron, al igual que su confianza y su atrevimiento para ejecutar acciones increíbles. En 2010, se convirtió en MVP de la Euroliga defendiendo los colores del Olympiakos.
Entre 2011 y 2017, se consolidó como uno de los jugadores más dominantes en el todopoderoso CSKA de Moscú, con el que ganó la Euroliga en 2016 y fue habitual en los quintetos ideales de la competición. Durante ese periodo también lideró a Serbia a la plata en el Mundial de 2014 y en los Juegos Olímpicos de Río 2016.
Con 30 años, decidió aceptar el reto de la NBA. Una etapa marcada por las lesiones y, sobre todo, por la incomprensión de su estilo en el contexto estadounidense. Su creatividad, su tempo y su visión del juego no terminaron de encontrar espacio en un ecosistema que no supo potenciar su espectáculo. Muchos deseábamos su regreso a Europa, donde su magia era más valorada y comprendida.
Ese regreso se produjo en 2019, cuando firmó con uno de los clubes más históricos del baloncesto europeo: la Virtus de Bolonia. Allí fue MVP de la EuroCup en 2020 y campeón del torneo en 2022, lo que permitió a la Virtus regresar a la Euroliga. Además, conquistó la liga italiana en 2021 y dos Supercopas.

Su última etapa, en el Estrella Roja de Belgrado, fue el desenlace perfecto para una carrera gloriosa. En casa, ante su gente, volvió a reinar: campeón de la Liga ABA en 2024 y ganador de la Copa Korać en 2024 y 2025, mientras seguía regalando destellos de genialidad en cada partido.
No se retira solo un genio. No se despide únicamente una leyenda. Se retira uno de los dioses del baloncesto europeo. Un jugador irrepetible, un artista, un líder espiritual del juego.
Larga vida a su legado.
HVALA, Miloš.
Bernat Góngora, fundador de BeBallTernative.