
Hace poco, el entrenador Mario Modejón compartía en X una reflexión interesante que invitaba al debate:
“Abro debate, si alguien se anima a dar una explicación. El scouting es una herramienta que ha evolucionado a mucho nivel (Synergy, InStat, Nacsport, Big Data, etc.). En un alto % para defender. Viendo estos datos en @ACBCOM ¿Por qué no bajan los números?”
La pregunta parece sencilla, pero apunta directamente a un fenómeno profundo en nuestro deporte: cuantas más herramientas utilizamos para analizar al rival, más capacidad parece tener el juego para adaptarse. Más evoluciona. Más crece. Y esta realidad no solo es evidente en la élite, sino también (o especialmente) relevante en la formación de jóvenes deportistas.
La paradoja del scouting y la adaptabilidad ofensiva
Con los avances tecnológicos actuales, es posible conocer al detalle cada movimiento, cada sistema, cada patrón ofensivo del rival. El scouting moderno nos permite anticipar tendencias, reducir incertidumbres y preparar defensas cada vez más específicas y precisas. Pero a pesar de ello, las cifras ofensivas siguen manteniéndose e incluso creciendo.
¿Por qué ocurre esto?
Porque el baloncesto es una especie evolutiva. No es un entorno fijo que podamos descifrar completamente. El baloncesto respira, cambia y responde. Cuando mejor defendemos una acción, surgen nuevas variantes ofensivas, nuevas decisiones, ajustes inesperados. El juego sigue encontrando respuestas porque los jugadores —y sobre todo los jugadores jóvenes— tienen una increíble capacidad innata para adaptarse.
Entrenar la adaptabilidad desde las primeras etapas
En etapas de formación, tenemos una oportunidad única para favorecer la adaptabilidad de nuestros jugadores. Sin embargo, muchas veces seguimos entrenando como si el juego fuera una fórmula matemática estática, con soluciones predeterminadas y únicas. Decimos:
«Si te hacen un dos contra uno, pásala inmediatamente al compañero abierto.»
«Si ves bloqueo directo, cambia o salta fuerte.»
Estas indicaciones pueden ayudar puntualmente, pero no desarrollan lo más importante en un jugador joven: su capacidad para leer el juego y adaptarse a situaciones nuevas.

De jugadores ejecutores a jugadores pensantes
En lugar de ofrecer soluciones cerradas, podemos plantear preguntas abiertas que fomenten la reflexión:
En lugar de decir: «Pásala inmediatamente al jugador libre cuando tengas 2c1»
Prueba con: «¿Por qué crees que te están defendiendo dos jugadores? ¿Dónde está ahora la ventaja en el campo?»
Este simple cambio lleva al jugador a comprender lo que sucede y lo impulsa a tomar decisiones más conscientes, efectivas y flexibles.
Ejemplos prácticos para fomentar la adaptabilidad
Te propongo algunos ejemplos prácticos para trabajar la adaptabilidad en tus entrenamientos desde edades tempranas. Seguro que ya los sabes, pero me parecía imprescindible incluirlos, ya que a alguien siempre le puede venir bien recordarlos:
Juegos de superioridad numérica con decisiones abiertas: En ejercicios de 2 contra 1, 3 contra 2 o 4 contra 3, deja que los jugadores tomen decisiones libremente, probando diferentes soluciones, sin penalizar los errores iniciales. Al final, pregunta por qué eligieron una opción determinada y qué alternativas tenían.
Reglas cambiantes durante ejercicios:
Introduce cambios de reglas imprevistos en mitad de un juego reducido. Por ejemplo, prohíbe driblar de repente, obliga a que todos los jugadores toquen la pelota antes de lanzar, o asigna defensas dobles sobre ciertos jugadores. Los jugadores aprenderán a adaptarse rápido a condiciones cambiantes.
Contextos con variabilidad, no repeticiones mecánicas:
En lugar de hacer ejercicios cerrados y repetitivos, introduce pequeñas variaciones en cada repetición (defensores diferentes, posiciones variables, ángulos distintos). Así entrenas la capacidad de respuesta adaptativa del jugador ante situaciones reales e impredecibles.
¿Cómo evaluamos la adaptabilidad?
Uno de los retos más grandes es evaluar cómo nuestros jugadores están desarrollando esa capacidad adaptativa. No es tan sencillo como contar aciertos y errores. Podemos valorar:
- La rapidez y calidad de sus decisiones.
- La variedad de soluciones empleadas.
- La capacidad para resolver situaciones inesperadas.
- Su propia reflexión tras la acción (que expliquen por qué hicieron algo).
De esta forma, no solo evaluamos el resultado inmediato. También evaluaremos el proceso mental y táctico detrás de cada acción.
Por @BballDadGuru