
El Belgrado Arena fue el epicentro de uno de los derbis más apasionantes que pueden vivirse en el mundo del baloncesto. Partizán y Estrella Roja se vieron las caras en un duelo de máxima intensidad, con la grada llevando el partido a una atmósfera que confirmaba que esto no era solo un encuentro más de la Euroliga.
El primer cuarto arrancó con un ritmo frenético, con ambos equipos dejando claro que la batalla no solo se jugaría en la pista, sino también en la lucha mental y física. Partizán apostó por una defensa agresiva en las líneas de pase, pero Estrella Roja supo leer bien esos espacios gracias a la conexión entre McIntyre, Bolomboy y Brown, que encontraron soluciones ante la presión local.
Mientras tanto, los de Zeljko Obradovic, lejos de exhibir un juego estático fluido, compensaban su falta de acierto con un derroche físico encomiable, aprovechando las segundas oportunidades generadas por su intensidad en el rebote ofensivo.
En el segundo cuarto, los de Sfairopoulos marcaron diferencias con su juego interior. Petrusev y Bolomboy comenzaron a castigar a Davies y Tyrique Jones, sacando rédito de su superioridad en la pintura.
Partizán seguía sin encontrar fluidez en ataque, pero su carácter les mantenía en la pelea, generando segundas opciones tras cada acción de esfuerzo y sacrificio.
Sin embargo, jugar al límite les pasó factura, ya que los errores no forzados fueron castigados con inteligencia por Petrusev, Davies y Canaan, que aseguraron una ligera ventaja para Estrella Roja al descanso (37-42).
El tercer cuarto arrancó con un brillante duelo individual entre Carlik Jones y McIntyre, ambos desplegando su talento y regalando acciones de mucho nivel. Sin embargo, fue la entrada de Washington la que dio un soplo de aire fresco al ataque de Partizán, demasiado dependiente hasta ese momento de Jones y Davies, este último multiplicándose en la pintura.
A pesar del empuje local, Estrella Roja cerró filas en defensa, protegiendo la zona ante la falta de acierto exterior de su rival. Petrusev y Bolomboy (14 puntos, 8 rebotes) impusieron su dominio en los tableros, intimidando a cada intento de penetración. Con la grada cada vez más encendida y las primeras bengalas en las gradas, el periodo terminó con empate a 53, dejando todo por decidir en el último asalto.
Los últimos diez minutos fueron puro baloncesto balcánico: intensidad extrema, físico al límite y una atmósfera eléctrica. Petrusev (17 puntos, 8 rebotes) continuó su exhibición, mientras que Kalinic se hizo dueño del rebote para lanzar a Estrella Roja hasta su máxima ventaja del partido (60-66), obligando a Obradovic a pedir tiempo muerto.
Ahí emergió de nuevo Carlik Jones (20 puntos), acompañado por Washington y un Lakic que encontró el acierto exterior que tanto necesitaba Partizán. Sin embargo, Estrella Roja, con un quinteto más experimentado, mantuvo la calma y controló el ritmo ante la arremetida local.
En un final agónico, con el partido en un puño, dos acciones de Brown condenaron a Partizán: una penetración forzada que no encontró aro y, en la jugada decisiva, una falta sobre Nedovic cuando este se disponía a lanzar un triple sobre la bocina.
El Belgrado Arena estalló, con algunos objetos volando a la pista y Obradovic interviniendo ante la grada de los Grobari para calmar los ánimos. Desde la línea de tiros libres, Nedovic convirtió los dos primeros y falló el tercero a propósito, sin dar opción a un último lanzamiento de Partizán. Con el 71-73 en el marcador, Estrella Roja cerró una victoria de prestigio en territorio enemigo, dejando a su eterno rival con la sensación de haber dejado escapar el partido por pequeños detalles.
Partizán, víctima de su propio límite
El conjunto de Obradovic jugó con el corazón, pero vivir al filo del abismo acabó pasándole factura. La falta de acierto exterior y los errores en el momento clave inclinaron la balanza hacia un Estrella Roja que, con más temple, supo sobrevivir a la tormenta y golpear en el instante justo. Un derbi inolvidable, una batalla épica y un desenlace digno de la historia de esta rivalidad. Belgrado volvió a arder con el baloncesto.