Después de dos semanas viviendo la intensa vida americana como un Bronco más, y ya superado el jet lag —aunque aún falto de vitamina D por el escaso sol tomado en EE.UU. que los que me conocéis sabéis de la importancia que le doy así como al aceite de coco—, siento la necesidad de compartir con mi gente cómo ha sido esta maravillosa experiencia. Y, por supuesto, no puedo olvidarme de la persona que hizo posible todo esto: Quim Gómez, quien cumplió a rajatabla uno de nuestros lemas de vida: ¡No quiero ningún fallo! Y así fue en mis 15 días de viaje.

Llegada a Chicago y primera impresión

Mi aventura comenzó el domingo 16 de febrero, cuando aterricé en Chicago alrededor de las 15:00 h. Nada más conectarme al WiFi , me avisaron que era mejor contratar internet por esos dias pero ya sabeis lo que me cuesta hacer algunas gestiones , pude contactar con Quim, quien, aunque no lo admitió, seguro que estaba disfrutando de la clásica deep-dish pizza de la ciudad y conociendolo sabia que no se iba a perder ese manjar a medias para venirme a buscar, me dijo que pasaría a recogerme a las 16:00 h.

Con puntualidad británica, apareció en la Terminal 5 con su coche automático —comprado a precio de saldo pero de gran comodidad— y, tras un merecido y largo abrazo, me presentó a dos jugadoras de la Armada Española de WMU, Marina Asensio y Vinyet Morató, que habían aprovechado el viaje a la gran ciudad para hacer compras en los míticos outlets cercanos al aeropuerto. Tras un rato de paseo por los grandes almacenes, mirar muchas cosas para no comprar nada y ponernos al día, emprendimos el regreso a Kalamazoo. Destacar que Vinyet en esas casi 2 horas se olvidó la chaqueta en una silla y al irla a buscar ya no estaba…hay cosas que depende del sitio no cambian. El trayecto de tres horas pasó volando entre una selección musical made in Quim y algún que otro podcast de dudosa reputación, pero que provocaba risas fáciles para nosotros. Las jugadoras, por su parte, intentaron dormir todo el camino, quejándose de la música y insinuando que en el coche del boss no había espacio para el reggaetón ni música actual de la juventud.

Mi andadura como Bronco

El lunes 17 de febrero comenzó oficialmente mi experiencia en Western Michigan University (WMU). Todo me resultaba familiar de mi última visita en enero de 2024: la nieve seguía en su sitio, el frío no había amainado, pero yo estaba preparado con abrigo de alto nivel gracias a mi amigo Pere Lluís y gorro bien calado.

Mi llegada a la oficina fue esperada por el staff, y saludé efusivamente al head coach Shane Clipfell, su asistente Meredith Applin, la delegada del equipo Emily Robbins, y el experimentado entrenador Larry Ford, incorporación de esta temporada que aportaba experiencia al staff. Este año, ya no estaba Terrance Slater coach de mucho carisma pero altamente peculiar, pero en su lugar conocí a Cierra Bond, a quien, por costumbre, saludé con dos besos. Error. En EE.UU., el contacto físico inicial no está bien visto, y ella me esperaba con un simple apretón de manos. Por suerte, con los días, le expliqué la razón de mi saludo y, el día de mi despedida, fue ella quien me dio dos besos y un abrazo una vez pulidos los detalles de mi error y habiendo compartido charlas con mi peculiar ingles, he de decir y confirmar que hablar un inglés correcto en Europa y con europeos no es ninguna garantía en EE.UU.

Con las presentaciones hechas, inicié mi rutina diaria: gimnasio por la mañana y, antes del mediodía, almuerzo en el Student Center, donde por 14 dólares disfrutaba de un buffet con comida abundante y variada. A veces comía con Quim; otras, solo, siempre con un buen libro al lado, esperando a que el staff terminara su jornada para reencontrarnos a las 17:00 h y seguir el día juntos.

Las tardes con Quim eran auténticas rutas de exploración: visitas a la ciudad paseando por sus calles más míticas, grandes almacenes, tiendas de ropa de todo tipo y el estudio de football americano. Siempre con una parada en restaurantes de comida típica, con porciones generosas que descontrolaron mi dieta espartana. Pero, al fin y al cabo, eran vacaciones, así que acepté con gusto ganar algunos kilos de más porque la compañía lo valía.

La ‘Armada Española’ y la lucha por el torneo de la Mid-American Conference (MAC)

El equipo estaba teniendo una gran temporada, pero las lesiones y la dureza de la competición habían hecho mella. Mi papel allí era, en parte, subir los ánimos del equipo, aunque, tras cuatro partidos con ellas, el balance fue de 1 victoria y 3 derrotas, así que no sé si cumplí con la misión…lo que si hice es animar como un Bronco mas siempre con la ayuda inestimable de Connie mujer del head coach y fan número 1 del equipo.

Nile Mugira sufrió una lesión de rodilla y se encuentra en periodo de recuperación. Durante mi estancia, pude verla trabajar de manera individual para recuperar sensaciones y fortalecer su pierna lesionada, siempre me hace gracia hablar con ella, no mucho debido a su timidez, y escuchar su español americanizado.

A ello se sumó la lesión de Vinyet Morató que me sorprendió por su naturalidad al hablar, quien había conseguido la titularidad como freshman con grandes prestaciones pero tuvo que parar por problemas de rodillas y tendinitis. De las tres jugadoras de la Armada Española, solo quedaba Marina Asensio, quien estaba haciendo una temporada espectacular, promediando 35 minutos, 15 puntos y 5 asistencias por partido, colocándose entre las cinco mejores de la conferencia que admito que verla jugar después de muchos años sin verla me dejó sorprendido viendo su habilidad en el bote, manejo de balón y facilidad de crearse tiros.

El primer partido que presencié fue en casa contra Bowling Green, un equipo en racha con cinco victorias seguidas. Aunque WMU había vencido en su cancha, esta vez la historia fue distinta. Un inicio desacertado y el acierto demoledor de las visitantes desde el triple pusieron un 11-27 al final del primer cuarto. Pese al esfuerzo de Marina (17 puntos) y Hannah Spitzley (15 puntos), el equipo solo logró acercarse en el marcador sin completar la remontada.

A continuación, viajamos a Central Michigan de donde salió el mitico jugador Dan Majerle, el archirrival de las Broncos. Esta vez tuve el privilegio de compartir el autobús, agradecer el aviso de Quim que me prestó un cojin para que las 2h de viaje fueran más agradables y el hotel , donde no faltaba de nada, con el equipo, sintiéndome un Bronco al 100 %. Pude vivir de primera mano la experiencia del equipo en la carretera: los traslados, las comidas on the road, el desayuno y la preparación previa al partido. Aunque el staff me invitó a presenciar la charla técnica, decidí respetar la intimidad del vestuario y me quedé en un segundo plano.

Los nervios estaban haciendo mella al equipo debido a que se necesitaban 2 victorias y no llegaban a estos hechos apareció otro problema que fue una gripe intestinal que afectó a muchas jugadoras del equipo, investigando que podía haber pasado se descubrió que el chofer del bus tenia un virus y había infectado a parte del equipo debilitando aun mas al equipo ya en un estado físico muy justo. Destacar supongo que por nuestra genética a prueba de bomba Quim y un servidor fuimos de los pocos que no nos afectó el virus, yo lo atribuyo más a nuestro estómago a prueba de bombas curtido en muchos bares de Badia del Valles.

Esa semana con un equipo en cuadro incluído jugadoras y staff técnico su tuvo que dar día libre el lunes y las pocas jugadoras en condiciones hicieron tiro , algo de estiramientos y repaso táctica online. Miércoles tocaba ganar si o si y el panorama no era muy halagüeño pero si una cosa destaca en este equipo es el espíritu de lucha y superación en situaciones complicadas.

Llegó el ‘día D’ y WMU se enfrentó a Akron Zips en un partido clave. Sin margen de error, el equipo salió con un vendaval ofensivo liderado por Marina Asensio (26 puntos, 7 triples), logrando su récord de anotación en su carrera universitaria y demostrando que la charla hecha por dos boinas verdes como Quim y un servidor había hecho efecto. Marina demostró que podía liderar el equipo en los momentos mas delicados del equipo y se ha demostrado a ella misma que con concentración y confianza es una jugadora capaz de todo.

Pese a que el virus comenzó a hacer estragos al final del tercer cuarto, lograron una victoria crucial que dio calma y seguridad al grupo después de las dudas creadas en los partidos anteriores y esas derrotas consecutivas.

Ya mi último partido como Bronco fue el sábado contra Ball State, en un día especialmente emotivo porque era el Senior Day, donde cuatro jugadoras ( Maggie, AK, Hannah y Megan) terminaban su ciclo universitario en WMU y recibieron su merecido homenaje antes del partido. En EE.UU., estos momentos se cuidan muchísimo, y es una verdadera envidia ver cómo aquí sí se honra a los jugadores en su última temporada. En España, aún nos queda mucho por aprender en este aspecto.

El partido fue contra el líder de la competición, un equipo que jugaba con un estilo más propio de los años 80, con cinco jugadoras disputando más de 35 minutos y una rotación muy limitada. El encuentro fue un toma y daca, pero WMU siempre estuvo por detrás en el marcador. Pese a los esfuerzos de Marina (17 puntos) y Spitzley (18 puntos), no fue suficiente para cerrar la victoria que hubiera asegurado el objetivo.

Esa tarde, compartimos cena con parte del staff en un mítico pub de Kalamazoo, y tuve la oportunidad de presenciar por primera vez un partido de hockey sobre hielo. En un pabellón completamente lleno, los Broncos lograron una victoria que desató la locura entre el público universitario brindando con cerveza de lata de calidad.

Ahora, mientras publico este artículo, WMU ha derrotado a Ohio a domicilio, asegurando su billete para el torneo de la Mid-American Conference (MAC), que se disputará en el pabellón de los Cleveland Cavaliers.

Despedida y regreso a casa

El domingo lo pasamos en Chicago, recorriendo lugares emblemáticos como Navy Pier, la noria, el Muelle de la Armada y la famosa “alubia” del Millennium Park. Comí la clásica deep-dish pizza y, con nostalgia, me despedí de Quim, compañero de proyectos, de equipo y, sobre todo, gran amigo.

Tras una escala en Filadelfia, llegué a Barcelona el martes a las 9:00 h, agotado y con jet lag, pero con la mochila llena de aventuras y anécdotas que espero seguir contando en el futuro.

Para terminar, solo puedo decir una cosa:

Once a Bronco, Always a Bronco.

Si os ha sabido a poco tranquilos…tengo otro articulo donde explicó un mini road trip dentro de mis vacaciones que no tiene desperdicio ya que lo hice con Adrià Castejón, personaje peculiar donde los haya…

Pere ‘Pistol’ Soler