Este puente de la Constitución decidí invertir mi tiempo en algo que considero esencial tanto para mi crecimiento profesional como personal: la formación(con la FEB). Me desplacé a Madrid para asistir a un curso organizado por la Federación Española de Baloncesto, centrado en el Desarrollo del Talento. Fueron dos días intensos, llenos de aprendizaje, ideas y momentos para reflexionar sobre lo que significa formar, no solo a jugadores, sino también a entrenadores.

Una mirada más allá del banquillo

Como entrenador, me encuentro constantemente buscando maneras de mejorar. Sin embargo, hay algo especial en detenerse por un momento, salir de la rutina y compartir experiencias con otros profesionales que viven el baloncesto con la misma pasión. Este curso no solo fue una oportunidad para escuchar a ponentes de altísimo nivel, sino también para darme cuenta de que la formación no es un destino, sino un camino continuo.

Las jornadas comenzaron con ponencias que abordaron temas desde perspectivas muy distintas. David Jimeno, director deportivo de la cantera del Joventut de Badalona, habló sobre la importancia de construir una filosofía de club. Fue inspirador ver cómo el trabajo estructurado en la base no solo forma jugadores, sino personas con valores. Más tarde, Javier Beirán, campeón del mundo con la selección española, nos sorprendió mostrando el 3×3 como una alternativa al baloncesto tradicional, algo que está creciendo y ampliando las oportunidades dentro del deporte.

Una de las charlas más impactantes para mí fue la de Alberto Lorenzo, entrenador del Zentro Basket, quien cuestionó nuestras ideas preconcebidas sobre qué es el talento. Su ponencia fue un ejercicio para romper esquemas y pensar más allá de lo evidente, algo que creo todos los presentes necesitábamos.

El minibasket como kilómetro 0

El segundo día comenzó con una charla que considero clave para cualquier entrenador que trabaje con categorías inferiores. María Márquez, entrenadora del Estudiantes, nos llevó al “kilómetro 0” del baloncesto: el minibasket. A menudo subestimamos la importancia de estas etapas iniciales, pero aquí es donde los jugadores empiezan a construir no solo sus habilidades técnicas, sino su amor por el deporte.

Este enfoque en los detalles se mantuvo con Fran Vázquez, exjugador internacional, quien destacó la importancia de tecnificar a los jugadores interiores. Me fascinó su análisis del ángulo de bloqueo en el short roll, un detalle técnico que puede marcar la diferencia en el juego.

Formación vs. Competición

Otro tema recurrente fue el equilibrio entre formación y competición. Olga González, seleccionadora cadete de Madrid, abordó esta dicotomía desde su experiencia en el Junior del Estudiantes. Su mensaje fue claro: la formación debe estar por encima de la búsqueda del resultado inmediato, aunque esto no significa dejar de competir.

Por otro lado, Mariano de Pablos nos invitó a desafiar constantemente a los jugadores, planteándoles retos que los saquen de su zona de confort. Este concepto no solo se aplica al deporte, sino también a cualquier ámbito de la vida. Crear un entorno donde las personas estén continuamente motivadas para superar sus límites es, sin duda, una de las claves del desarrollo.

Reflexiones finales

Al mirar atrás y repasar todo lo aprendido en este curso, me llevo muchas ideas que aplicaré en mi día a día como entrenador. Pero, sobre todo, me llevo una reflexión más profunda: el desarrollo del talento no es algo que se logre con fórmulas mágicas. Es un proceso que requiere compromiso, paciencia y, sobre todo, pasión.

Cursos como este no solo nos ofrecen herramientas prácticas, sino que nos permiten detenernos, cuestionarnos y crecer. En un deporte tan dinámico como el baloncesto, donde la evolución es constante, formarse no es una opción, sino una necesidad.

Además, creo que es importante destacar el valor de compartir. Escuchar a otros entrenadores, conocer sus experiencias y sus desafíos, te hace darte cuenta de que, aunque cada uno tiene su propio camino, todos buscamos lo mismo: formar jugadores y personas que puedan brillar tanto dentro como fuera de la cancha.

Termino este artículo con un agradecimiento a todos los ponentes, a la Federación Española de Baloncesto y a los compañeros que compartieron estas jornadas conmigo. Este curso me ha recordado que la formación no solo es un deber profesional, sino un regalo personal.

Un futuro lleno de retos

Si algo me llevo de estos dos días es la motivación para seguir aprendiendo. Al fin y al cabo, ser entrenador es mucho más que dirigir un equipo: es ser un guía, un formador y, a veces, un aprendiz eterno.