
Hoy, mientras revisaba mi timeline, me topé con un post de @DavidRA_dai que me hizo detenerme y reflexionar. Su comparación entre los 20 euros que cuesta una entrada para un partido de Primera FEB (Valladolid contra Burgos) y los 11 euros que cuesta ver Euroliga (Baskonia contra Virtus Bolonia) me pareció, cuanto menos, provocadora. ¿Cómo es posible que un partido de la antigua LEB Oro sea casi el doble de caro que un enfrentamiento entre dos equipos de la máxima competición europea?

No pude evitar pensar: ¿estamos acaso ante la mejor liga del mundo y no nos hemos dado cuenta? Porque si los precios son un reflejo del nivel, parece que la Primera FEB compite de tú a tú con la NBA. Por supuesto, sabemos que no es así.

La experiencia no justifica el precio
No es justo, ni lógico, que un aficionado que quiera seguir a su equipo en Primera FEB tenga que pagar precios tan elevados, especialmente cuando los recursos y la infraestructura de estas competiciones están a años luz de lo que ofrece la Euroliga. Hablamos de pabellones más modestos, menos servicios y, siendo sinceros, un nivel de juego que, aunque competitivo, no tiene el mismo atractivo para el espectador medio.
Y sin embargo, aquí estamos, con precios que parecen decirnos que somos una liga de élite. Pero, ¿qué estamos priorizando? ¿Queremos llenar los pabellones o solo sacar el máximo de quienes ya están dispuestos a pagar? Porque si seguimos por este camino, la respuesta parece clara: el baloncesto de Primera FEB seguirá siendo un nicho para los más fieles.
El ticketing, un salvavidas con límites
Entiendo que el ticketing en Primera FEB tiene un peso crucial para los clubes. Los derechos de televisión en esta categoría son mínimos y, en muchos casos, inexistentes. Esto convierte a la venta de entradas en una de las principales fuentes de ingresos para los equipos. Sin embargo, apostar por precios altos para compensar estas carencias no parece una estrategia sostenible.
Lo que estamos haciendo es desincentivar a los aficionados, especialmente a aquellos que podrían estar interesados en descubrir la liga. Porque no nos engañemos: si tengo que elegir entre ver un partido de Euroliga por 11 euros o uno de Primera FEB por 20, ¿cuántos optaríamos por la segunda opción?
El problema del aficionado visitante
Un aspecto que me parece especialmente importante —y que comparto con DavidRA_dai— es la necesidad de regular los precios para las aficiones rivales. No es razonable que un aficionado que quiera apoyar a su equipo fuera de casa tenga que enfrentarse a esta disparidad. Un convenio de precios fijos para las entradas de los visitantes sería una medida justa y necesaria, que favorecería el ambiente competitivo y fomentaría el apoyo mutuo entre clubes y aficiones.
En un deporte como el baloncesto, donde las categorías inferiores dependen tanto de sus comunidades locales, deberíamos facilitar la asistencia, no convertirla en un lujo.
Ironía aparte: ¿de verdad somos la mejor liga del mundo?
La realidad es que, pese al sarcasmo, la Primera FEB tiene mucho que ofrecer. Es una liga competitiva, repleta de jugadores que buscan dar el salto al siguiente nivel, y con entrenadores de gran calidad. Pero no es la Euroliga. No es la NBA. Pretender competir con ellas en términos de precio sin ofrecer una experiencia comparable es, en el mejor de los casos, ingenuo.
Lo que deberíamos estar haciendo es construir un producto atractivo, accesible y sostenible. Porque si seguimos vendiéndonos como «la mejor liga del mundo», solo conseguiremos alejarnos de aquellos que podrían hacerla crecer.
Hacia una regulación más justa
Desde mi punto de vista, la solución pasa por establecer una regulación de precios que sea coherente con la realidad de la categoría. Un marco común que fije un rango razonable para las entradas y que garantice precios accesibles para los aficionados rivales. Esto no solo beneficiaría a los seguidores, sino también a los clubes, que podrían atraer a más público y fortalecer el baloncesto en sus comunidades.
El baloncesto español tiene una enorme riqueza, pero no podemos permitirnos que factores como este sigan limitando su alcance.
Una llamada a la reflexión
Es momento de reflexionar sobre el modelo que queremos para nuestro baloncesto. ¿Queremos estadios llenos, con un público diverso y entusiasta, o estamos cómodos con la exclusividad de precios altos que solo algunos pueden pagar?
El post de @DavidRA_dai es un recordatorio de que todavía hay mucho por mejorar. El baloncesto es de todos, y debe ser accesible para todos. Regulemos, ajustemos y hagamos que el deporte que amamos sea más justo y accesible. Porque, al final, no se trata de ser la mejor liga del mundo, sino de ser la mejor versión de nosotros mismos.