El baloncesto es un deporte en el que las situaciones cambian rápidamente, y los jugadores que parecen destinados a desaparecer de la rotación pueden volver a ser fundamentales bajo una nueva dirección táctica. Este ha sido el caso de Willy Hernangómez, quien, tras enfrentarse a un momento difícil bajo el mando de Roger Grimau, ha encontrado una nueva vida en la pizarra de Joan Peñarroya.
Cuando Hernangómez parecía estar fuera del esquema táctico del equipo, Peñarroya ha demostrado que el baloncesto puede ser una ciencia de ajuste y confianza. En lugar de forzar a Willy a adaptarse a un rol que no le favorecía, el nuevo entrenador ha sabido buscar soluciones específicas que exploten al máximo sus fortalezas. Un dato que corrobora esta nueva versión del madrileño es que ha pasado de anotar 1.01 puntos por finalización hasta los 1.33 asumiendo hasta casi más de dos finalizaciones por partido de los encuentros disputados esta pretemporada
Dos de las claves de esta resurrección táctica son las jugadas en Poste Bajo y las situaciones de Deep Roll. El Poste Bajo es el territorio natural de Willy, donde puede utilizar su cuerpo y habilidad para dominar a los defensores más pequeños. Aquí, Peñarroya ha diseñado sistemas que le permiten recibir el balón en posiciones ventajosas, dándole tiempo para crear y atacar el aro con confianza.
Pero lo más interesante es cómo Peñarroya ha dado una nueva dimensión al Deep Roll con Hernangómez. Este movimiento, en el que el jugador rueda hacia la canasta después de poner un bloqueo, ha permitido a Willy aprovechar su gran tamaño y movilidad para crear oportunidades fáciles cerca del aro. Al darle un papel más claro y directo en estas jugadas, Peñarroya no solo ha revitalizado su confianza, sino que ha devuelto a Hernangómez a una posición protagonista.
Este enfoque muestra que la clave no siempre está en cambiar al jugador, sino en ajustar el sistema para sacarle el máximo partido. Peñarroya ha logrado lo que muchos creían imposible: volver a convertir a Willy Hernangómez en una pieza clave. Y esto nos recuerda que, en el baloncesto, las soluciones tácticas adecuadas pueden marcar la diferencia entre el éxito y el olvido.